“Nos interesa la gente, lo que cuenta para ella y sus pequeños rituales”, nos declaró
Genevieve Bell, miembro del grupo (..)
“En vez de preguntarnos que problema tecnológico hay que resolver, preguntamos lo que la tecnología debería hacer para la gente”, precisa.
Durante dos años, recorrió 19 ciudades de 7 países asiáticos. (..) tratando de distinguir entre las ideas que la gente tiene sobre si misma y la realidad de sus prácticas diarias.
La otra mitad de su trabajo consiste en convencer a los ingenieros. (..) “(..) Tienen que transmitir la dignidad de la vida de los otros a un auditorio que tiende a creer que todos quisieran ser americanos.”
El éxito depende en buena medida del manejo de lo que Bell califica de “sorpresas anodinas”. (..)
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Todos esos aparatos “son tanto objetos culturales como tecnológicos. Tienen multiples significados”, estima Bell. Significados que varian según los lugares.
En occidente la identidad se centra alrededor del individuo. En otras partes pasa a menudo por el clan, la familia o la aldea. (..)
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Salida en pos de una hipotética “clase media global” blanco ideal para los productos de Intel y la Silicon Valley, (..) piensa hoy que el teléfono celular “fortalece lo local y hasta el hogar”.
« Las diásporas han cambiado » estima. Practican el SMS (..), de una parte del planeta a otra. (..)
“Los celulares permiten usos que se aparentan a gestos físicos, casi como tocar” estima Bell. (..)
(..) Cuando se le pregunta si consigue influenciar no solo los ingenieros de su empresa sino tambien las empresas que fabrican dichos aparatos, entonces contesta (..): “Es bueno tener un oficio difícil.”